El panadero y el malojero (La Habana). Grabado de Federico Mialhe. De la serie Viaje Pintoresco
Alrededor de la isla de Cuba, La Habana, Litografía de Francisco Luis Marquier, 1848.
Museo Nacional de La Habana.
Un cuadro bastante general del panorama de los vendedores ambulantes en la
capital lo ofreció el colombiano N. Tanco Armero, en 1853. Según este testigo, no
había necesidad de ir a las plazas del mercado para procurarse cuanto se necesitara
en una casa:
"Sin salir se puede comprar de todo. Así como en Bogotá se presentan los indios en las casas con sus jaulas a vender sus legumbres, etc.; así en la Habana, los isleños desempeñan esta misión perfectamente, pero en gran escala. En Bogotá no pasa de unas pocas cosas las que venden los indios. No así en la Habana: todo se vende y de distinto modo. Desde que amanece empieza a recorrer las calles multitud de vendedores llevando caballos cargados de todo cuanto se puede necesitar; jamás tocan a la puerta, pero van sin cesar gritando de voz en cuello cuanto llevan.
Estos hombres tienen generalmente su clientela, o caseros, como allí les llaman,
a quienes abastecen de todo.
Y no es sólo comestible, sino multitud de efectos que se acostumbra vender
por las calles. Al lado de un negro que lleva en la cabeza un tablero lleno de dulces, se ve otro pobre cargado como una mula llevando ropa hasta con qué vestir un regimiento. Cada vendedor adopta un modo de gritar particular, y se necesita mucha práctica para poder adivinar algunas veces lo que quieren decir, por lo raro que gritan. En los Estados Unidos y Francia, las mujeres venden cantando; en la Habana, los isleños y negros venden tarareando y bailando. Cada país indica en todo sus instintos. 27"
Yo siempre he visto en el ritmo o género cubano nacido en el siglo XIX, el pregón cubano el verdadero antecedente de la música urbana en Cuba. Así lo escrito en mi libro El arte del Sabor...
Así sucedió, y son ejemplo de ello las conocidas “Frutas del Caney”, del artista Caignet Félix B, “El Frutero”, de Ernesto Lecuona y el popular “Manisero”, de Simons Moisés.
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