Racismo e Historia. Negros, asiáticos e indios latinoamericanos exhibidos como animales en zoos humanos. Alemania, Bélgica y EE.UU lo hicieron hasta 1958

Dos niñas belgas en el Congo Belga en 1955.


Hay que vivir tranquilo, no siempre pensando en razas y dolor. Pero cada vez que veo un mexicano, cubano, africano o brasileño defendiendo modelos racistas de integración de Bolsonaro y Trump (modelos básicos de racismo sistémico)  intentando decir que en E.U o Europa no hay racismo y discriminación me dan ganas de llorar. Pero no lloro porque soy historiador, y mi misión modesta es mostrar la historia de por  qué algunos como Trump, Bolsonaro, Le Pen y toda la ultraderecha  Europea española e italiana y holandesa con ecos en Brasil actúa amparado por tesis racistas, que no nacieron ahora. Vienen del siglo XIX, asentadas en el siglo XX.  

Museo del Apartheid


El racismo científico nacido en el corazón de Europa utilizó pseudo-disciplinas, tales como la frenología o la fisiognomía, para clasificar como superiores algunas razas sobre otras, lo que sirvió durante el Nuevo Imperialismo 1880–1914 para justificar que los europeos sometieran a los «atrasados» pueblos de África y Asia. Así las cosas, al abrigo de esta teoría supuestamente científica –hoy obsoleta por completo– surgió un cruel tipo de museo donde las piezas exhibidas no eran jarrones o fósiles, sino seres humanos procedentes de estos pueblos estimados como inferiores.

Entre 1870 y 1930 se popularizaron «los zoológicos humanos» por la geografía occidental, especialmente en Francia, Bélgica y Alemania. La idea era exhibir de forma pública, y casi siempre itinerante, a mujeres, niños y hombres de carne y hueso, procedentes de África y otras regiones subdesarrolladas. Los indígenas salvajes eran presentados en el siguiente escalón después de los monos y otros animales, con los que incluso compartían barrotes. Un guiño darwiniano para desplegar un espectáculo racista e inhumano que contaba con gran popularidad tanto en Europa como en EE.UU.

1958

Se considera que el primer promotor de este tipo de espectáculos fue Carl Hagenbeck, uno de los padres de los zoológicos modernos, que introdujo a partir de 1874 en sus exhibiciones circenses a samoanos y lapones, como « poblaciones puramente naturales », junto con sus tiendas, arpones y trineos. Este domador de circo alemán hacía pocas distinciones entre traer al continente animales salvajes como tigres o secuestrar seres humanos exóticos como esquimales.

Congo belga 1955, los europeos y su pasado de intolerancia

Esta fotografía tomada en 1955 en lo que entonces se denominaba el Congo belga, una colonia del país europeo en suelo africano. No debemos olvidar que Europa también ha tenido un pasado de explotación directa de otros países, en el que el racismo, la sensación de superioridad, era tan obvio en los detalles, como en la foto que hoy presentamos.
Rosa Parks sentada en uno de los autobuses públicos donde las leyes de segregación racial podían obligar a un afroamericano a tener que ceder su asiento a cualquier hombre blanco.

Los racistas «zoológicos humanos» de negros que Bélgica permitió hasta mediados del siglo XX

El fenómeno circense y cruel de exhibir a seres humanos como si fueran animales tuvo su eco más persistente en la Exposición General de Bruselas de 1958, donde una de las atracciones incluía a familias enteras africanas en pequeñas jaulas de bambú

photo of a Black boy in colonized Congo in 1955 put in a bird cage as 2 Belgian girls pose next to him. ⁠ ⁠ The archivist who found the family photo couldn't tell whether it was intentional humiliation or child's play, but it did symbolize the colonizer's perspective

Después de más de un siglo, a través de la investigación que dio pie al documental, se logró la restitución de los restos de cinco kawésqar provenientes de Suiza, gestionados por dirigentes kawésqar actuales. Tras la diligencia, se llevó a cabo probablemente el último funeral fueguino de la historia.

Mario Fajardo, 2013


Años antes, en 1870, Phineas Taylor Barnum (Betel, EE.UU, 1810- Bridgeport, EE.UU, 1891) había revolucionado el mundo del circo americano creando la mayor lona circense, una gigantesca instalación ambulante de 5000 plazas en la que tenía previsto también exhibir a salvajes.


Para obtener nuevos especímenes venidos de las comarcas más alejadas Barnum envía un mensaje a varios centenares de agencias y de consulados americanos a través del mundo. Les pide que le suministren “salvajes auténticos.” Robert Cunigham, un irlandés, se entera del mensaje en 1883 mientras se encuentra en el norte de Queensland, en Australia. Allí viven aborígenes que se topan con la llegada de los colonos británicos en el siglo XVIII. Privados de sus derechos más elementales, sometidos a la violencia de la segregación, se encuentran adscritos al departamento de Fauna y Flora. Jacob Cassidy, director del Mungalla Station Museum, así lo explica:

Queensland no era un estado en la época, era una colonia. Fue un momento difícil para los aborígenes que vivían en estas tierras desde hacía miles y miles de años, innumerables generaciones. Y su tierra había sido confiscada por los europeos. He aquí porque ellos tuvieron que huir de su territorio natal. Cada vez llegaron más colonos. Los aborígenes comenzaron a rebelarse. Era un periodo cruel para estos pueblos. Cuningham se encarga de seleccionar a algunos de ellos y decide embarcarlos desde Sydney hasta Nueva York. La policía tiene que intervenir en ocasiones para obligarlos a subir al barco. Algunos de se escapan y uno apuñala a un agente. El asunto acaba en los tribunales. El juez ordena a los fugitivos subir al navío con los pies y las muñecas atados.  FRANCESC TUR 11/09/2019

 




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