CONVERSACIONES EN EL HOGAR CON MI AMIGO ARSENIO RODRIGUEZ
Esta noche hemos conversado con mi amigo escritor Arsenio. Un hombre que es como un mapa en su viaje en esta vida. Hoy, después de tomar un café en mi barrio y una posterior reunión de trabajo, mi amigo Arsenio, mi compañero, mi gato Muchi y yo terminamos el día en el hogar que habito alumbrados por la tenue lámpara hogareña, bebiendo cerveza y cenando. Escuchaba las historias de mi amigo como sacadas repentinamente de diferentes páginas de un libro. ¡Y pensaba tantas cosas mientras le observaba!. Por ejemplo en qué hay detrás de las palabras. Y me llegó por respuesta “el silencio”. El mágico reposo de la ausencia de palabras.Y también pensé casi por azar, en la fotografía situada en una mesita al costado de la sala, en la que estoy como soy ahora. Y sonrío mirando al frente. Y en un segundo plano, mi imagen proyectada cuando tenía unos 10 años de edad mirando también al frente. Y entre ambas, ella/yo de niña y ella /yo mujer, la sombra de mi misma, una imagen Impersonal. Sin rostro. Observando a ella /niña. Y recostada a la espalda de ella/sombra, en pequeñito, veo a ella/niña observando tal vez a ella/mujer. Y entre estas imágenes, como intercalada sale la mitad de un pedazo del rostro de mi padre. Casi roto, blanquecino, lejano. Y me pregunto: "¿quién observa a quién? " También cuestiono si alguien alguna vez se fija en el retrato. Vuelvo a Arsenio, mi compañero y mi gato como el que retorna de la ausencia del instante. Las memorias contadas por mi amigo van formando también cuadros en movimientos multiplicados en sí mismo. El niño/ hombre/ bebe/ adolescente disparan el imaginario viéndole mover sus manos entre libros metafísicos que nombra, paisajes de ciudades, puertas, canciones, ríos que navega, su hija que le abraza/ mujer/ sombra/ madre/ olvido/ memoria... Se va. Se acaba la noche del bloquero / artista/ hombre/ dolor/ escritor/ poeta/ amigo/ padre. Se me escapa. Algo me he perdido. No quiero que la noche acabe. Estoy dichosa de tener a mi amigo para mi. Habitando las sombras de mi hogar. Así. Como un cuadro más. Sentado en mi sofá azul. Acariciando a mi gato. Viéndole entre espejismos de recuerdos que se dibujan en el tiempo. Que no se me escape, que no se escape Arsenio porque sé eso que dice Lorca: “ solo el misterio nos hace vivir, solo el misterio”. Estamos en Barcelona pero siento que estamos en nuestra compartida metafórica Habana y quiero que siga hablándome de los puentes de París en que la Maga y Horacio se encontraban por puro azar o porque todo está prescrito y de poemas y de reencuentros y de calles y azoteas habaneras por donde corrió una vez detrás de una gorda que le robaba a su hermana la bici y que con la fuerza del rayo persiguió a la gorda hasta hacerla caer recuperando la bici y que cuente del lugar que habita como hogar solitariamente en Barcelona porque nada es más importante que el lugar donde habitan mis amigos y no quiero que se escape porque aún falta lo que aún no ha sido contado y quizá nunca será contado porque aquello que se cuenta no tiene solo una mirada ni nunca una sola historia.. Pero no, mejor que hable por qué a veces está tan triste como hoy que me ha contado que estaba simplemente triste por su niña hada porque nada me importa más que las tristezas de mis amigos que amo. Pero se va. Se ha ido. Y cierro la puerta y vuelvo al sofá a buscarle porque una multiplicación de él niño/ hombre/ adolescente/ padre/ escritor/ amigo/ amante / poeta/ se queda. Algo no se ha ido. Y abro puertas como el que abre abismos buscando la ausencia de los espejismos de sombras que habitan mi casa, quizá no los mismos espejismos de sombras que ve mi gato.
Y vuelvo a pensar tantas cosas...
Barcelona, 9 de octubre
quizá octubre sea el mes menos cruel
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