Cien días después entro al metro hacia Barcelona y me encuentro mascarillas por rostros. Del libro Notas escritas en Sant Cugat. Prosa y Quarantine. Ed Muntaner. julio 2020


Entro al metro cien días después de decretado el final del confinamiento donde podemos andar libres sin restricciones horarias. Entro con la imagen de un bestia (tarado mental) de seguridad del metro que ayer le dio un puñetazo en la cara a un usurario por no llevar mascarilla, noticia que vi en TV3. El hombre cayó tres escalones de espalda en el suelo. No se asusten, no era negro, ni emigrante. Pero la imagen del video es viral y anuncian medidas. El abuso de poder en gente idiota con autoridad existirá siempre.
Aquí en el vagón todos llevan mascarilla, y esta sirve como metáfora a un silencio demoledor que invade todo dándole más protagonismo al vaivén de los rieles.
Hay variedad de colores en las mascarillas, pero predomina esa de azul cielo. Aún Omnium Cultural y ANC no han fomentado ni ideado  el uso de las mascarilla amarillas que estarían guapísimas. 
Las chicas jóvenes prefieren de colores, algunas o llevarlas por debajo de la nariz  o bajarlas mientras hablan. Ser joven está asociado a violar las normas, no hay que tirarse de los pelos..  
Me sorprendió que en el metro no se ficha al salir. Y el espacio de los libros antiguos no está en Plaza Catalunya. Libros antiguos o usados a solo un euro, donde a veces encontré joyas...




Esa chica va con dos amigas con la actitud normal de llevar la mascarilla
 por debajo de la nariz y luego se  la baja para conversar.



El suelo tiene rutas en dos direcciones
la distancia social

marcas de distancia social...




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