Palabras sobre racismo (raza) y cultura de Fernando Ortiz.

«Las ideas “racistas” son, al igual, contraproducentes. El concepto de raza, que es el más sobado y de mayor ingenuidad aparente, es también, sin duda, muy perjudicial. Ante todo, porque es falso. No hay una raza hispánica, ni siquiera española. Y menos en América, donde conviven las razas más disímiles, con tal intensidad numérica que en no pocas repúblicas no es la que pudiera decirse raza hispánica la predominante. El racismo hispánico es tan nocivo en nuestros países de América como puede serlo el “racismo negro” o el “racismo indio” y aun el “nórdico” o anglosajón, que también agitan algunos en aquellas tierras. «El racismo divide y es disociador, no sólo desde un punto de vista universal, que ahora no interesa tanto, sino también desde una mira estrictamente nacional, allá donde, como en nuestras repúblicas, la nacionalidad necesita robustecerse por la creciente integración patriótica de todos sus complejísimos factores raciales. 

«La raza es concepto estático; la cultura, lo es dinámico. La raza es un hecho; la cultura es, además, una fuerza. La raza es fría; la cultura es cálida. Por la raza sólo pueden animarse los sentimientos; por la cultura los sentimientos y las ideas. La raza hispánica es una ficción, generosa, si se quiere; pero la cultura hispánica es una realidad positiva, que no puede ser negada ni suprimida en la fluencia de la vida universal. La cultura une a todos; la raza sólo a los elegidos o a los malditos. 
De una cultura puede salirse para entrar en una cultura mejor, por autosuperación de la cultura nativa o por expatriación espiritual y alejamiento de ella. De su raza propia nadie puede arrepentirse; ni aun puede con su encomio propagarla, porque al extraño nunca le será dado adquirirla ni aun en la sangre de sus hijos. 

«El concepto de raza se nutre de cadáveres. Por eso, preferentemente lo defiende el hombre de las cavernas. El concepto de raza se nutre de materiales históricos casi siempre de derribo, no de sustancias vivas. Por eso lo defienden en primer término los que viven y se limitan a vivir, de lo heredado. Y en vez de negociar sus talentos, los entierran, plantan encima esas “flores naturales” de falsa poesía, regadas ampulosamente por la inagotable cretinidad. «La raza está ahí, detrás de nosotros, sujetándonos al pie. Como nos lo sujetan todas las fuerzas oscuras de la vida. Ésta o la otra raza no puede ser para los pueblos una gloria común: “la raza es un grillete”. Remar juntos, haber remado juntos, en una galera, en una cuna, no puede conducir a nada que no sea embriagarse también juntos, al llegar a puerto. Lazos de sangre no atan inteligencias, las enturbian. Sólo aquéllos que desdeñan, que temen, el libre vuelo del pensamiento, recuerdan enternecidos la doméstica docilidad del corazón. 

«Una cultura puede atraer; una raza no 

foto de Arsenio Rodríguez Quintana.
fragmento del artículo  Racismo y Xenofobia. Revista Bimestre Cubana 1929.



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