En Cólera, en el Alt Empordà, está la Platja dels Morts , pero su origen es distinto. Es una de las calas urbanas, separada de las casas por el acantilado. A diferencia de los nombres anteriores, en que la procedencia del topónimo es más o menos evidente, en el caso de Colera su principal curiosidad es que allí los muertos llegaban en barca. Eran los difuntos de Portbou, la población situada al norte, limítrofe con Francia, que no tuvo cementerio hasta el siglo pasado.
Como el paso por el collado del Frare era una odisea –aún lo es hoy, aunque buena parte del camino empinado y lleno de curvas haya quedado salvada por el túnel abierto el 2005–, a los vecinos de Portbou les era más fácil llevar a sus difuntos hasta Cólera por mar. La llegada se hacía por la playa que aún conserva su nombre y que, no hace muchos años, alguien quiso cambiar porque no era turístico. Por suerte, la Platja dels Morts , a quien Joan Margarit dedicó un poema, sigue recordando nuestra historia a través de su nombre.
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